Hipotecas a interés fijo, variable o mixto ¿en qué se diferencian?
Las entidades financieras y sus productos ofrecen múltiples variables en función de los cambios que experimenta la población y las necesidades particulares de cada solicitante. Esto también sucede con las hipotecas. Para saber que opción es la que más nos conviene es importante saber qué es lo que las diferencia.
Lo que tienen en común estas tres modalidades de hipoteca es el tipo de interés. Comencemos por allí. El interés es el pago que se realiza a quien nos cede, durante un plazo de tiempo determinado, una cantidad de dinero en préstamo. Aunque los bancos tienen cierta libertad para establecer el tipo de interés en sus préstamos, realizan ajustes en sus ofertas en función del mercado, del tipo de cliente e incluso, del inmueble que se pretende comprar, como sucede actualmente con los bienes inmuebles procedentes de las entidades bancarias.
La característica fundamental de una hipoteca a interés fijo es que su contratante mantendrá un interés y, por tanto, una cuota mensual fija durante la vida del préstamo, que conocerá desde el momento de la firma. Esto se debe a que dicha cuota no depende de ningún índice de referencia como, por ejemplo, el Euríbor. En esta modalidad de hipoteca el interés depende directamente del plazo de amortización. Para conseguir un interés bajo este plazo suele ser de 15 años. Sin embargo, se pueden conseguir plazos más elevados, de hasta 30 años, con un aumento del interés del préstamo hipotecario. Además, la financiación que se ofrece suele ser menor al 80%, que es lo que usualmente se solicita.
Por otro lado, es muy probable que el contratante de una hipoteca a interés fijo que pretenda hacer una subrogación o amortización de manera anticipada, deba abonar una comisión anual por estos conceptos y otra de riesgo de tipo de interés.
En el caso de las hipotecas a interés variable, las cuotas son el resultado de la suma de un índice hipotecario de referencia y un diferencial determinado por la entidad bancaria. Estas cuotas se mantienen sin variaciones durante cada período de revisión, ya sea anual o semestral. Al finalizar este, se revisan las fluctuaciones del índice de referencia determinado en el contrato y se hace un nuevo cálculo de las cuotas del siguiente período. En este caso, los niveles que pueden alcanzar índices como el Euribor, influyen directamente en el importe a pagar después de cada revisión.
El plazo de amortización suele ser de 30 años, con un porcentaje de financiación que, habitualmente, es del 80%. Aparte de vincularse, o no, con productos financieros del banco ofertante, como seguros, por ejemplo, también se podría sumar comisiones de apertura y de amortización o cancelación adelantada.
Las hipotecas a tipo mixto aplican un interés fijo durante una primera etapa, que puede ir desde los 5 hasta los 20 años, y luego un interés variable. Es decir, que durante los primeros años el contratante no tendrá en cuenta las fluctuaciones del índice de referencia, y luego, las cuotas variarán según las variaciones del que se encuentre plasmado en su contrato.
En la actualidad, las características de estas tres modalidades de préstamos hipotecarios varían según la entidad bancaria que las ofrezca. Pero es importante conocer lo que las distingue para poder comprender mejor cada una de las ofertas existentes y así poder elegir la que más conviene a cada situación personal.